
Cuenta la historia que Don Domingo de Acassuso, un solado español devenido luego en próspero comerciante, preocupado porque los pobladores de esta zona, denominada «del Monte Grande», no tenían dónde oír misa decidió emprender con todas las formalidades del caso la creación de una capilla y disponer la instauración de una capellanía.
Según la tradición, mientras descansaba bajo la sombra de un espinillo, Acassuso soñó que San Isidro Labrador, el santo patrono su natal Madrid, lo impulsó a construir la capilla.
Acassuso cumplió su promesa el 14 de octubre de 1706 cuando rubricó la escritura de fundación de la Capilla y Capellanía de San Isidro Labrador.
La capilla se inauguró el 27 de mayo 1708 con la celebración de la primera misa oficiada por su capellán Fernando Ruíz Corredor.
Alrededor de esa humilde capilla, ubicada donde está hoy la Catedral, se fue desarrollando un pueblo, el actual
San Isidro.
En 1855 se crearon las Municipalidades en la provincia de Buenos Aires quedando legalmente el nombre de San Isidro a nuestro partido.